“Aunque muchos, somos uno; mientras respiremos
tenemos esperanza”. Barack Obama
“Esperanza. Esperanza frente a la dificultad. Esperanza frente a la incertidumbre. ¡La audacia de la esperanza! En definitiva, ése es el mayor regalo que Dios puede darnos, el cimiento de esta nación. Creer en aquello que no se ve. Creer que nos espera un futuro mejor”. Este texto es un fragmento del vibrante discurso que pronunció Barack Obama, hasta entonces un primíparo Senador de Illinois en la Convención Nacional Demócrata que proclamó la candidatura de John Kerry, el cual lo catapultó hasta hacerse con la candidatura demócrata primero y con la Presidencia después. Hay quienes hablan del fenómeno Obama como una “sorprendente y meteórica” carrera, aupada por su brillante y visionaria retórica. Pero, no hay tal, después de leer su libro La audacia de la esperanza uno llega a la conclusión que hasta la suerte hay que merecer y la verdad es que a sus casi 50 años Obama ha hecho méritos para estar en donde hoy está, que se trata de un político joven pero curtido, ducho, con un gran bagaje intelectual, con un enorme capital político construido a pulso. Y ello, en las condiciones más adversas y desafiantes para quien como él es de extracción humilde y la tez de su piel de afroamericano se convertía en otro obstáculo a salvar, en un país que pese a sus avances todavía arrastra con el lastre de sus prejuicios raciales.
Por ello, no es exagerado Thomas Friedman al relievar que el triunfo de Obama “es el final de la guerra civil que se desató en el siglo XIX, la cual asoló a los EEUU”. Pero, pudo más su inteligencia, su talento, su rigor, su disciplina espartana y, por sobre todo, su tenacidad y perseverancia, propias de un hombre de principios y convicciones, todoterreno, con una profunda fe cristiana que profesa y practica sin fanatismos o fundamentalismos estériles, pues los abomina así en la religión como en la política. No faltará quien lo catalogue como pragmático, alejado de los ideologismos partidistas; pero, en mi modesto concepto él participa más bien del eclecticismo integrador, como lo entiende Karl R. Popper. Por ello, es difícil de encasillar o rotular, como se tiende a hacer por quienes practican el maniqueísmo, máxime en una sociedad tan polarizada como lo está en este momento la estadounidense.
AL ESTILO LINCOLNIANO
Después que a mediados de diciembre pasado se reunieron los 536 delegados que integran el Colegio Electoral para formalizar su elección, Obama como Presidente electo empezó a ejercer y a mostrar sus dotes de estadista, encarando con firmeza desde ya los nefastos efectos de la crisis económica más pavorosa de los Estados Unidos desde la Gran crisis de los años treinta del siglo XX. Por fortuna la 20ª enmienda de la Constitución, que data desde 1933, recortó el período de interinidad entre la fecha de la elección y la de la posesión que antes se prolongaba por más de cinco meses, porque ante la gravedad de la situación, como afirma el propio Obama, “necesitamos acción y acción ahora”, inmediata. Cada día que pasa la crisis se agudiza, se complica y sus consecuencias son más catastróficas; por ello, se apresuró a armar su gabinete rápidamente y lo hizo sin reparar en las diferencias políticas que antecedieron su elección.
Él, al igual que Lincoln, integró un “equipo de rivales”, al cual cooptó figuras representativas tanto del partido Demócrata como del Republicano, todas ellas con amplia trayectoria y lo encabeza nada menos que la Hillary, que fue su enconada contendora en las primarias del partido demócrata para la nominación de su candidato. No han faltado las críticas y los dardos a este inesperado viraje, pues justamente el eslogan de su campaña, el cambio es posible, auguraba un relevo generacional y político radical. Pero, pensará Obama que el palo no está para hacer cucharas, que le esperan, como lo dijo él, días difíciles. El mensaje implícito en esta decisión es claro: “es necesario usar las mejores ideas, vengan de republicanos o de demócratas, para superar los problemas”[2]. Él dirá con Ortega y Gasset que “el hombre es él y sus circunstancias, sino las salvo a ellas tampoco me salvo yo”. No hay, entonces, pábulo para la improvisación ni tiempo que perder; hay que actuar ya y con tino, a riesgo de decepcionar la obamanía que está en todo su furor. Ojalá con Obama se cumpla el aserto de Shakespeare, en el sentido que “estamos hechos de la misma madera de los sueños”.
DE LA PESADILLA AL SUEÑO AMERICANO
El 20 de este mes, fecha esta conocida como Inauguration Day, se cumplirá con el rito de la transmisión de mando y Obama asumirá como el 44º presidente de la Unión, relevando en el cargo a Bush, el Presidente más impopular y desprestigiado de los últimos 80 años de los EEUU, según encuesta de CNN; más que Nixon y Truman, que ya es mucho decir. Pero, el paralelismo de Obama con Lincoln no termina en la conformación de su equipo de gobierno, sino que al igual que él hace ya casi 150 años ha hecho el mismo recorrido en tren para tomar posesión del cargo, partiendo desde Filadelfia, cuna de la independencia de los EEUU, hasta la Union Station en Washington. Y, de contera, en la ceremonia de investidura, también jurará sobre la misma Biblia que lo hizo el Presidente de los EEUU número 16, el labrador que abolió la esclavitud, igual que él proveniente del Estado de Illinois. Su discurso, Un nuevo nacimiento de la libertad, según ha trascendido, será del mismo corte del Discurso de Gettysburg pronunciado por Lincoln, uno de los más célebres y breves de la Historia.
LOS RETOS DE OBAMA
Obama, el primer Presidente negro de los EEUU no la tiene fácil y le tocará enfrentar muchos retos. Llegó la hora de la verdad. Lo más urgente, que es buscar salidas a la recesión económica lo obligará a priorizar en su agenda las acciones en este frente; algunos analistas consideran que la misma se prolongará más allá de 2009, independientemente de las medidas que se tomen. De lo que se trata es de evitar su agravamiento y de paliar sus efectos mediante un plan de choque. Hace sólo dos años la tasa de desempleo fue 4.4% y en diciembre ya estaba en 7.2% (¡!); En sólo 2008 se perdieron 2.6 millones de puestos de trabajo, lo cual es una barbaridad! De allí su decisión de pasar por el Congreso, ahora de mayorías demócratas, un Plan de rescate por US $825.000 millones, el cual viene a sumarse al de US $700.000 millones que está en plena ejecución. Pero, a diferencia de este último, que se enfocó más a salvar a Wall Street, el Plan Obama busca apoyar al ‘Main Street’, al hombre de la calle, a la economía real. 2/3 partes de tales recursos se utilizarán para realizar inversiones y el resto para reducir impuestos. Insiste mucho Obama en que el manejo de tales recursos se hará con total transparencia, para tomar distancia con respecto a los turbios manejos de su antecesor. A diferencia de la administración Bush, en la que el 40% de las reducciones de impuestos votados por el Congreso favorecieron a las personas con ingresos superiores a los US $300.000 anuales, esta vez se trata de ayudar a los más necesitados. Esta reorientación de los beneficios tributarios tiene un hondo sentido social, pero también económico. Como lo afirma el Nobel de Economía Paul Krugman, “Tuvimos una economía muy próspera bajo el gobierno de Clinton con una tasa de impuestos sobre las rentas superiores al 39.6% y una economía menos próspera con Bush a pesar de una tasa del 35%”.
A partir de la próxima semana el Congreso comenzará a darle trámite de urgencia la Ley de Reactivación e Inversión estadounidense del 2009. La misma contempla un ambicioso programa de Inversiones en energía limpia y eficiente, ciencia y tecnología, la modernización de carreteras, puentes, transportes y vías navegables. La reducción de impuestos se encaminará a remunerar el trabajo y crear empleos. Como lo afirma el reciente Comunicado de la Cámara de Representantes, “Sin este Plan de Reactivación, estamos advertidos de que el desempleo podría alcanzar el 12%. Con la adopción de este plan estaremos frente a un gran déficit público en los años venideros. Sin él, el déficit sería devastador y estaríamos ante el riesgo de caos económico”.
DEL UNILATERALISMO AL MULTILATERALISMO
A los desafíos planteados por la recesión económica se vienen a sumar otros no menos preocupantes, los cuales tendrá que abocar con toda decisión y sin tardanza. Se destacan entre ellos: uno de los compromisos de campaña más rotundos fue el del retiro de las tropas norteamericanas de Irak, al tiempo que se propone reforzar el pié de fuerza en Afganistán. Se propone cerrar en forma inmediata esa vergüenza para los EEUU, que es en lo que se ha convertido la prisión en la Base militar de Guantánamo, tanto más urgente habida cuenta de la providencia de la Corte Suprema de Justicia, contraria a su permanencia. La crisis del sistema de salud, con más de 46 millones de personas por fuera del mismo, como si se tratara de un país del tercer mundo, reclama una pronta solución. Estamos a sólo un año de que concluya el plazo estipulado en la Cumbre de Bali para concretar los acuerdos para arribar a la segunda fase del Protocolo de Kyoto contra el cambio climático[3], razón por la cual la administración Obama deberá apretar el paso en este, que es uno de los temas de la predilección del entrante Presidente. Tendrá que vérselas también con el conflicto del Medio Oriente, en estos momentos en plena ebullición, merced a la andanada arrasadora y desproporcionada de la máquina de guerra de Israel en contra de la Franja de Gaza, descargando toda su ira sobre la población civil, a lo cual viene a sumarse el conflicto interno larvado en el Líbano. Tampoco puede desentenderse de las difíciles y complejas negociaciones en curso entre Siria e Israel. No puede perder de vista, además, el envalentonamiento de Rusia, que viene mostrándole los dientes hace rato a los EEUU y a la Unión Europea. La problemática del abastecimiento de gas natural a través de Ucrania es sólo una muestra de ello; todo lo cual viene conduciendo a un calentamiento de la guerra fría. A ello viene a sumarse el pulso que viene sosteniendo los EEUU con Irán y Corea del Norte, tratando de evitar la proliferación de armas nucleares por el peligro que ello entraña para la paz mundial.
Por fortuna, Obama es un convencido de que, como lo ha venido sosteniendo Bill Clínton que “El complejo mundo de hoy no admite soluciones unilaterales”. En este aspecto se espera por parte de la comunidad internacional que haya un giro de 180 grados respecto a la arrogancia, la prepotencia y el unilateralismo que caracterizaron a la administración Bush, con lo cual le ha infligido un daño enorme a los Estados Unidos[4]. Respecto a América Latina, en su entrevista con Felipe Calderón, Presidente de México, anunció que le dará la vuelta a la página, vaya a saberse en qué se traducirá. En todo caso con Bush las relaciones de los EEUU llegaron a su punto más bajo, por lo que es de esperar que ahora se puedan recomponer, sobre todo teniendo en cuenta que sus relaciones exteriores tendrán como principal protagonista a Hillary Clinton, de la que hablan bien sus antecedentes, especialmente sus posturas en el Congreso. Le queda por delante, además, la ímproba tarea de reconstruir la confianza y la respetabilidad perdidas dentro y fuera de los EEUU y tendrá en la promoción y respeto de los derechos humanos su primera prueba de fuego. Amanecerá y veremos!
Bogotá, enero 19 de 2009
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